Argentinos fue el dueño del partido. Mereció ganar por la inteligencia con que trasladó la pelota, y porque Arsenal dio muchísimas ventajas. Claro, este Arsenal no era el que conocemos habitualmente.

Alfaro decidió guardar todo para la revancha frente a River. A pesar de declarar constantemente que no hay que dejar de lado el torneo local, consideró que esta semana la prioridad es la revancha con River. Así fue que, con respecto al último partido, sólo Mosquera quedó en el equipo.

En el primer tiempo las diferencias no fueron tantas, pero los locales tuvieron las situaciones más claras. Parecía que se iban sin goles al descanso, pero en apenas tres minutos (a los 43 y 46) el local sacó una ventaja de dos goles. Argentinos había sido más, pero la diferencia era abultada.

En la segunda mitad, los desajustes del Arse se evidenciaron aún más. La defensa cometía innumerables errores, y Argentinos era cada vez más peligroso. Mientras tanto, en ofensiva los del viaducto eran totalmente inofensivos.

A los 14 Hauche cerró el partido. El tercer gol desmoronó cualquier esperanza que aún vivía en los hinchas de Arsenal, y también en los jugadores. Desde aquí en adelante, los del bichito atacaban con total libertad, y pintaba para goleada.

Arsenal estaba totalmente desbordado, no podía controlar la movilidad del mediocampo contrario, y mucho menos la buena noche de sus dos delanteros. Cuando faltaban 15 minutos Argentinos volvió a anotar, esta vez para decretar el resultado definitivo.

Arsenal sólo estuvo en el partido los primeros minutos, luego fue totalmente superado en todas sus líneas. Una derrota muy dura, pero en apenas tres días tendremos una gran oportunidad para seguir dando que hablar en la Copa Sudamericana y olvidarnos de este mal trago.